Todas
las armas de fuego necesitan un mínimo de mantenimiento para
conservarse en forma, y esta necesidad variará según lo intenso del uso
que le demos y también en el tipo de arma que tengamos. El correcto
mantenimiento permite conservar durante largo tiempo e incluso
transmitirlas de padres a hijos. Algunas piezas han soportado las peores
inclemencias y tratamientos, pues algunas hasta han permanecido ocultas
bajo tierra, en periodos de guerras. Las
armas, como piezas de metal generalmente sin pintar o de madera, tienen
muy poca resistencia a la humedad (así se reside en dichas zonas, tomar
mayor precaución de mantenimientos), y es preciso liberar al arma del
agua acumulada. Para las partes externas, podemos usar un trapo de lana, pasándolo por los cañones y las superficies externas. Con
relación al interior de los cañones es necesaria, una limpieza de los
residuos de pólvora, del plomo o del plástico, debiendo de pasarse con
regularidad las escobillas correspondientes al tipo de arma.
Se
debe tener especial precaución en el armazón, cierre: pues el aceite
puesto en gran cantidad en el mecanismo (agujero del percutor, etc.),
corren el peligro de secarse, o acumularse tendiendo a bloquear ciertas
piezas interiores. Una
vez secas las partes externas del arma, el armazón y los cañones, es
conveniente pasar una ligera capa de aceite de vaselina o de grasa
especial.
Armas sin uso
A
las Armas, nada las cuida más que usarlas frecuentemente, reza un dicho
popular, sobretodo para con el ánima de los cañones, pues en la mayoría
el acero está desnudo, y abierto a la corrosión. Después de algún tiempo la humedad del aire se condensa en el acero frío, comenzando el proceso de picado.
Lo
más común es aceitarlo adecuadamente y taponar la boca del cañón para
evitar la entrada de aire, procurando guardar el arma en un lugar seco y
fresco, y recordando periódicamente revisar el arma. También se puede
taponar enteramente con vaselina o grasa consistente, logrando así una
mayor protección anti-humedad, sobre todo cuando estas armas vallan ha
estar una gran temporada almacenadas.
No es conveniente dejar que pasen años sin revisarlas
y encontrar un desastre sin solución, así mismo procederemos a aceitar
todas las partes metálicas, y con un paño les quitamos el exceso. A
las partes de madera se les puede aplicar cera especial para maderas,
evitando también los excesos. A la armas militares se les suele
almacenar untadas en grasa, pero ésta es muy difícil de remover si
llegamos a querer utilizaras
Armas en uso
Después
de hacer uso de nuestras armas en la actividad elegida (caza,
entrenamiento, etc.…), lo primero es verificar que han quedado
descargadas, y sólo después de esto debemos proceder a guardarlas, la
munición por un lado y las armas por otro. Una vez finalizada la actividad, procederemos cuanto antes a limpiarlas, evitando el 'mañana si tengo tiempo...', y así evitamos que se acumule suciedad, residuos de la munición, la humedad, etc.
Proceso de mantenimiento y limpieza generalizado:
· Revisamos
el arma retirando el cargador e inspeccionando visualmente la recámara,
(en los revólveres basculamos el tambor y hacemos lo mismo), durante la
operación empuñamos el arma con firmeza y con el dedo índice lejos del
disparador.
· Procedemos
al desarme básico, retirando la mínima cantidad de piezas que permitan
acceder a los sitios dónde se acumula la suciedad, como la recámara y
zona de cierre.
· En
seco comenzamos con una baqueta (del calibre adecuado a cada arma) de
cerda a repasar el cañón procurando sacar el residuo suelto, atacándolo
desde la recámara.
· Aplicamos
un disolvente especial de armas para 'aflojar' los residuos que se
puedan haber acumulado en el cañón, y lo dejamos actuar unos minutos.
· Con
una baqueta de alambre de cobre comenzamos a repasar el cañón para
aflojar los últimos residuos, y con un cepillo pequeño de nylon o cerdas
le pasamos disolvente a la zona de cierre, percutor, extractor, etc. a
criterio, para quitar el hollín que se deposita allí.
· Con un paño retiramos todos los restos que se encuentren sueltos.
· Procedemos
a aceitar todas las superficies metálicas del arma, ya sea con spray o
aceitera, y con un paño limpio retiramos los excesos.
· Se le puede dar una terminación extra contra la corrosión aplicando silicona en spray, y repasando con un paño limpio.
· Los
cargadores deben limpiarse habitualmente, manteniéndolos aceitados y en
buen estado y sin munición evitando con esto que el muelle pierda
presión.
La limpieza del arma por partes
- El cañón y los mecanismos: Al efectuar un disparo, el cañón se ve afectado por varios elementos residuales, que se producen como consecuencia del mismo: la acción de los gases producidos por la pólvora y la ignición del pistón; el plomo y el latón de la camisa de la bala. Todos estos elementos, propios del disparo y extraños, tienen que tenerse en cuenta y tratarse de un modo diferente. Aunque de un modo genérico el problema es común a cualquier arma de fuego, hay una diferencia sustancial del tratamiento según se trate de armas de ánima lisa o estriada. En las armas de cañón estriado, los residuos se depositan fundamentalmente en la toma de estrías. La enorme presión que se ejerce sobre la bala para que tome las estrías y viaje a través del cañón, provocan su adaptación a los campos y fondo de las mismas, conllevando la pérdida de material, por fricción, la cual es mayor según se incrementa la velocidad, y peso de la bala. Esta inexorable erosión y depósito de material provoca, en mayor o menor espacio de tiempo, la inutilización del arma, que quedará inservible.
El
conjunto de piezas que forman el mecanismo de un arma está formado por
elementos de múltiples tamaños y formas, que únicamente funcionarán de
forma correcta cuando la interacción y tensión entre todas ellas sean
las correctas. Por ello si se acumulan residuos o polvo entre estas
piezas, el arma no trabajará como debería hacerlo, irá perdiendo
precisión paulatinamente, hasta un momento en el que la acumulación de
suciedad puede provocar el bloqueo de alguno de estos elementos o
incluso su rotura.
Los pasos a seguir para la limpieza serán los siguientes:
- Pasar un cepillo correspondiente al calibre del arma, de bronce con disolvente, por ánima, cuidando que el cepillo salga siempre por la boca.
- Limpiar el cepillo.Limpiar el ánima con varios parches.
- Si hay señal de latonado (Parches de color verde): repetir el proceso.
- Si no hay latonado, pasar un parche con producto mixto o lubricante si se va a guardar, o bien usar directamente.
La madera:
arañazos, pequeñas rajas, roturas... la madera es una de las partes que
más pueden sufrir de nuestra arma. Resulta por tanto necesario disponer
de los productos adecuados para su limpieza. En el mercado
encontraremos artículos especialmente pensados para este fin: no sólo
sirven para limpiar estas zonas de madera, sino que además les confieren
el grado de humedad necesario para que no se resquebrajen. Para limpiar estas superficies de madera, procederemos de la siguiente forma:
- Comenzaremos realizando una "limpieza general"; para ello pasaremos un trapo húmedo, con el que deberemos retirar toda la humedad y cualquier resto de suciedad visible (no se olvide de las zonas de difícil acceso, el polvo siempre las alcanza). Para las estrías y zonas difíciles podemos valernos de palillos de dientes o similar.
- Verifique que no le queda ninguna superficie por limpiar.
- Tras este primer paso de limpieza, comprobaremos el estado de la madera: si éste es correcto, es decir, no ha perdido mucho de su barniz original, simplemente le daremos una capa de cera incolora (podemos usar de la que se vende para muebles y superficies de madera).
- En caso de que este recubrimiento de la madera se encuentre deteriorado, deberemos repararlo, para lo cual nos serviremos de aceite de linaza cocido, con el que daremos un par de manos a toda la superficie. Tras aplicar el aceite lo dejaremos secar el tiempo conveniente y después procederemos a aplicar la cera especial para maderas.
- Superficies metálicas: ya sean pavonadas, cromadas o anodizadas, las superficies metálicas no pueden ser pasadas por alto. Para
su limpieza procederemos primeramente con un trapo suave, tras el cual
aplicaremos un aceite especial para armas, insistiendo siempre en las
zonas que así lo requieran. Si
encontramos materias extrañas que hayan quedado "incrustadas" en el
arma, deberemos proceder con un disolvente mineral (suave).
Tras esta limpieza a fondo, convendrá dar una ligera capa de aceite para armas, lo que servirá como escudo contra la oxidación. Si usted habita en una zona húmeda o cerca de la costa, debe ser consciente de que el riesgo de oxidación es mayor, por lo que además del aceite, deberá dar a sus armas una capa de vaselina filante. Los cargadores, una vez terminada de usar el arma, deben guardarse por separado y aceitados.
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